Eliomar Lucumí y Guillermo Lucumí no solo comparten apellido y sangre. En ellos también pasa la misma pasión por la música pacífica e integran el grupo musical Caña Brava. Ambos, para la presentación de las zonales clasificatorias al Petronio 2023, se vistieron con una camisa azul.
Sus rostros son una copia exacta del otro, incluso hasta por el bigote que llevan. Lo único en lo que se diferencian es que Eliomar, de 57 años, carga con un contrabajo que es notoriamente más alto y ancho que él, mientras que Guillermo, de 53, canta y toca las maracas.
Sobre el escenario, ambos disfrutan a su manera junto a sus compañeros. Por parte de Eliomar, su orgullo radica en ser el primer contrabajista de la Toma, en Suárez (Cauca). “Este instrumento me trae armonía. Veo a la gente disfrutar y siento que el pecho se me llena”, dice, mientras da dos golpes en el centro de su camisa.
Entre tanto, Guillermo mueve su cuerpo al son de las maracas, mientras deja que su voz entone alguna nota de la agrupación. “La música es nuestra máxima representación”, comenta.
En el caso de Villa Rica, fueron 20 agrupaciones las que se inscribieron a las zonales de Petronio para poder clasificarse a las semifinales que se realizarán en el festival, que empieza en Cali el próximo 16 de agosto. En cuanto a la agrupación Caña Brava, compiten para estar en la categoría de Conjunto Violín Caucano.
En la convocatoria para las ocho zonales a realizarse, se inscribieron 145 agrupaciones que pretenden disputar el Bombo Golpeador en la capital vallecaucana. Para esto solo hay 44 cupos, que se dividen en 14 de la modalidad Conjunto de Marimba y Cantos Tradicionales, 10 en Conjunto Chirimía, 10 en Conjunto Violín Caucano e igual número en la modalidad Libre.
La primera ocasión en la que Caña Brava participó en el Petronio fue en el festival de 2004. Sin embargo, solo fue hasta 2008 cuando pudieron ganar por primera vez un tercer lugar; mientras que en 2013 y 2018 obtuvieron el segundo lugar. En todas las ocasiones, participaron en la modalidad de violines caucanos.
Para lograr estar en las semifinales, la agrupación Caña Brava, compuesta por 11 integrantes, trajo como escenografía parte de la cultura del Cauca. Guillermo carga con una pequeña caja blanca, forrada de ese mismo color, en la que ponen dentro a un bebé de juguete.
Desde que eran pequeños, a la familia Lucumí les enseñaron que no pueden llorar a los ángeles. La forma de honrarlos es mediante la música y bailes, que generalmente duran toda una noche.
“Estas costumbres vienen desde nuestros ancestros”, comenta Eliomar. Además, expresa que el grupo fue creado en 1989 con etnias afrodescendientes y campesinos, quienes realizaban expresiones artísticas como el baile de fuga, bundes, torbellinos, pasillo, trapiches, entre otros.
Por ello, en el norte del Cauca, los bundes (expresión artística) son un ritual mortuorio en el que, cuando un menor de siete años muere, se realizan cantos de adoración diferentes a los de un adulto, dado que los bebés están libres de pecado.
“Cuando un bebé muere en nuestra tierra, está prohibido llorarles. Los despedimos con instrumentos, les cantamos, bailamos y bebemos viche toda la noche. Esa despedida se hace porque a los ángeles no se les puede llorar. Así pueden llegar al cielo”, concluye.
Por Gustavo Molina – especial