Cuenta una de tantas historias que el alumbrado navideño como tal tiene sus inicios en la tradición religiosa de encender velas, también da cuenta que a mediados del siglo XVIII, las familias adineradas colocaban en el árbol navideño algunas velitas y farolitos que lo iluminaban, pero fue Edward Hibberd Johnson un norteamericano, socio de Tomas Alva Edison quien a hacia finales del siglo XIX le instaló luces de colores, volviéndolo popular después de la segunda década del XX en casas, edificios y parques.
En la actualidad las ciudades se iluminan como postales, después de la primera semana de diciembre con millares de focos coloridos, dando así inicio a la alegre temporada.
El alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina consideró que la finalidad del alumbrado navideño es que avive los sentidos, que una a las familias y a los amigos, permitiéndole deleitarse con las luces de colores, al tiempo que lo pone a reflexionar sobre su papel en la sociedad y las realidades cotidianas y de ciudad.
En Santiago de Cali, entre las décadas de los años 70 y los 90, esta carta de presentación navideña pendía de los árboles engalanando la Avenida 6, el sector de Chipichape y parte del oeste. Sin embargo, fue Jorge Iván Ospina, en su primera alcaldía cuando las luces en la ruta del Nuevo Latir, ‘Al Son de la época, Naturaleza Mágica y Mitos y Leyendas’, empezaron a contar otras historias en lienzos multicolores que arroparon la caleñidad.
Para Alfredo Valenzuela, asesor de la Alcaldía de Santiago de Cali y quien participó en el primer Gobierno del alcalde Ospina, el alumbrado navideño de 2009 tuvo la finalidad de concentrarlo en un espacio emblemático y muy representativo de la ciudad como fue al lado del río tutelar, cerca al centro y a la zona histórica, manejándose como elemento fundamental, la tradición.
Sobre este aspecto recordó que, “se representó la sociedad y la vida hogareña caleña y vallecaucana, resaltando elementos como el chontaduro, las familias reunidas alrededor del pandebono y el sancocho. Posteriormente, los otros alumbrados obedecieron a temáticas de la cotidianidad del territorio, inmersos en el Plan de Desarrollo de ese entonces como la participación social y comunitaria”.
En ese proceso de consolidación temática de los alumbrados navideños, estos se extendieron hacia la periferia de la Amada Cali. Aquí, Valenzuela sostuvo: “para los años siguientes se procuró estar en al menos dos espacios en el suroriente donde más gente pudiera apreciar y disfrutar de estas mágicas zonas multicolores, lo que a su vez brindó mayores oportunidades a la movilidad y a la economía de las familias”.
Entre 2012 y 2019, el alumbrado navideño de la Sucursal del Cielo se asentó en el Bulevar del Paseo de la Avenida Colombia, un lugar considerado como ideal porque además de seguir acompañado por los murmullos del río Cali, hizo un amplio camino peatonal que vinculó la Plaza de Cayzedo, el Paseo Bolívar, los puentes España y Ortíz y las calles 11 y 12, donde las luces multicolores fueron incorporando más alegría, destacando la fauna, la flora y las oportunidades de paz, convivencia y civismo.
Así mismo, fue la oportunidad para la tecnología que abrió el abanico de posibilidades para propios y visitantes en las navidades iluminadas, contando historias sobre fachadas de iglesias y edificios emblemáticos donde las sombras “destellaban” historias en cada una de las mentes de los asistentes que se agolpaban en andenes, calles y bancas que, como palcos, daban una oportunidad para el éxtasis de la concurrencia que agradecía con sonoros aplausos.
De esta forma, pasando por velas encendidas, luces que cuelgan de los árboles como guirnaldas incandescentes, figuras que rescatan nuestras tradiciones y la cotidianidad, esta Cali Guardiana de la Vida, cada diciembre escribe una nueva página en la historia de su alumbrado navideño, una tradición que nunca, por difícil que esté la situación se debe apagar.