Presión siempre habrá y más de cara a una final, pero la terapia para desafiarla fue musical. Y no podía ser otro género que con el que la mecieron desde la cuna: el vallenato. Incluso la canción reforzó esa mentalidad ganadora de Natalia Linares: la suerte está echada.
La voz de Diomedes Díaz la acompañó, como casi siempre, antes de la competencia. El ‘Cacique’ siempre la inspira y motiva, así la advertencia de mamá en sus inicios, reapareciera en el momento definitivo. “No me pongas a parir de nuevo que ya te parí una vez”, le decía cada vez que se consagraba en el último salto. Y en la final del Mundial de Atletismo sub 20 no fue la excepción.
Tras los dos primeros, cargados de presión y escepticismo, en el tercero se metió a la siguiente ronda y el alivio que sintió al sacudirse la arena, también se extendió a la parte baja de la tribuna norte del Pascual Guerrero, donde su entrenador, Martín Suárez, varios de sus compañeros de selección y Yanelis González, su progenitora, hacían mucha fuerza.
Y ese último le dio tanto impulso, que en el cuarto salto de la última ronda aseguró podio con ese 6.59, que a la postre la convirtió en subcampeona mundial, un logro familiar, para armar parranda en su natal Valle, que la llevó a ponerse la bandera de capa y el sombrero vueltiao para completar el traje de una fuera de serie.
“Una medalla de oro bañada en plata, un regalo de Dios y es también gracias al Ministerio del Deporte por su apoyo en este proceso. Son tres años de trabajo, quería el primer lugar, pero estoy feliz porque esta es mi primera medalla mundial y es muy grande para mi carrera y todo lo que viene“, destacó Natalia, quien tenía tanta fe, que saltó a la pista con el tricolor pintado en su mejilla izquierda, el mismo que ya ostenta dos platas en el medallero.
La consagración tuvo hasta la compañía del agua. “Cuando llegó la lluvia, pensé que era un mensaje divino para que siguiera de largo”, confesó. Y además advirtió: “Me siento orgullosa porque no bajé la guardia, tuvimos un inicio luchado, pero lo sabemos hacer. Natalia Linares está para grandes cosas”.
Y la letra de uno de sus vallenatos favoritos así lo confirma. De hecho, se convirtió en profecía. Y con tinte plateado además… “Son unas rimas que hablan la verdad. Hoy que la suerte echada ya está. Sólo la madre no brinda traición”.