Esta historia comienza con una invitación a nadar. En 2018, Mauricio García se acababa de retirar del Ejército Nacional de Colombia. “Quería darme un año sabático, pero mi esposa estaba en clases de natación y me pidió que la acompañara”.

A sus 43 años, Martha Liliana García había decidido aprender a nadar luego de perder una competencia a la que la invitaron unas amigas en el Club Campestre de Armenia, donde viven actualmente. “Pensaba que sabía nadar, que me defendía en el agua, pero para competir uno no necesita defenderse, necesita nadar”. Apenas siete meses después de las clases de natación, esta pareja comenzó a sumar medallas para el país en diferentes triatlones.

En 2019 comenzaron las competencias. Han participado en las triatlones de Guatapé, Chinchiná y Nariño. También compitieron en maratones virtuales durante la pandemia del Covid 19, después participaron en las Copas Colombia de San Andrés, Santa Marta y Calima, también en el Ironman de San Andrés, Cartagena, México y Panamá y el 4 de diciembre estarán en el Ironman de Cartagena. En total suman diez preseas.

Este sábado 26 de noviembre de 2022 buscarán el podio de nuevo, en un mundial que se disputa a 300 kilómetros de donde están los ojos del mundo hoy, Qatar. En Abu Dhabi, el Coronel García y Martha competirán en el Mundial de Triatlón, donde harán 1.500 metros de natación, 40 km de ciclismo y 10 km de atletismo. El Ironman del Ejército asegura estar listo para ello.
Desde su juventud, el coronel García soñó con ser atleta. Competía en los 21 kilómetros. En el Ejército, correr era un pasatiempo que además le permitía mantener un estado físico óptimo para las exigencias militares. Cuando tenía 22 y era Subteniente, el Ejército lo envió a Puerto Boyacá para comandar su primera Unidad. Allá conoció a Martha, de 19 años. Se casaron casi dos años después.

Sin embargo, los días en el Ejército no son fáciles, como era de esperarse. El coronel permanecía en la infantería y en las operaciones propias de un país en conflicto, lo que lo llevó a estar lejos de su casa varias temporadas.

Durante sus 25 años de servicio, él fue Jefe del estado mayor de la Octava Brigada; Comandante del Batallón José Domingo Caicedo, en Chaparral, Tolima; Comandante del Batallón de Instrucción y Entrenamiento, en Saravena, Arauca; Comandante del Batallón de Contraguerrillas Nº 34; Ejecutivo y segundo comandante en el Batallón Patriotas, en Honda, Tolima.
Llegó a recibir condecoraciones militares como la medalla de servicios distinguidos en orden público (dos veces); la medalla del Sinaí, por haber estado en la península del Sinaí, Egipto, acompañando los tratados de paz entre Egipto e Israel; la medalla Antonio Nariño, la medalla José María Córdoba, la medalla Fergusson, la medalla Ayacucho, y la medalla de 15, 20 y 25 años de servicio.

Pero todo ello implicaba alejarse de sus seres queridos. Ahora, en el deporte, el Ironman del Ejército no solo continúa colgándose medallas, sino que recuperó el tiempo de antaño con su esposa. Los días de la pareja transcurren nadando en una piscina o en aguas abiertas, recorriendo carreteras o senderos en bicicleta.

En sus redes sociales sus seguidores dejan mensajes de felicitaciones y respeto para quien también llaman la ‘máquina del running´. Sus dos hijos (la mayor es paracaidista del Ejército y el menor, futbolista) le escriben varias veces: ‘Súper papá’.

Y es que no son pocos los sacrificios que deben hacerse para dejar el nombre de Colombia en alto en un Mundial. Para llegar a Abu Dhabi, el Coronel y su esposa debieron invertir en implementos deportivos costosos como cascos que reducen la resistencia al aire o gafas de sol que pueden costar más de un millón de pesos, pero salvan vidas. “Hemos fracturado varios cascos en algunas caídas, una vez las gafas se me rasparon, pero si no hubieran sido buenas, en lugar de rayarse se hubieran partido y en ese caso los vidrios se pueden incrustar en los ojos”, comenta Martha. La cuenta sigue creciendo al sumar tiquetes, transporte y maletas especiales para las bicicletas, uniformes con telas que repelen el agua, que mantienen la temperatura del cuerpo en aguas abiertas, donde la temperatura es baja y que además aumentan la flotabilidad.

Sin embargo, los triatletas no ganan dinero como los futbolistas que disputan el mundial de Qatar, luego requieren de espónsores para representar al país. En el caso del Ironman del Ejército y su esposa, cuentan con el patrocinio de SuperGiros.

“Este tipo de apoyo nos permiten seguir disfrutando del deporte, representar al país internacionalmente y soñar con nuevas glorias como el oro en el Mundial de Triatlón”, dicen horas antes de iniciar este nuevo reto.