Todo en la vida radica en la voluntad, el querer perseguir los sueños más audaces, incluso cuando el camino se torna escarpado y difícil. Es el motor que impulsa a cruzar fronteras geográficas, mentales y emocionales en busca de nuevas experiencias, conocimientos y posibilidades. Así lo entiende Ángelo Paolo Solís Hidalgo, voluntario que vino desde San Francisco del Rincón, en Guanajuato, México, para apoyar, con su trabajo, a la organización de los Juegos Nacionales del Eje Cafetero.
“Vine porque la Universidad de Yahualica y la Universidad del Quindío tienen un convenio, en el que se pueden hacer intercambios”, dice sonriente y con los ojos iluminados, fascinado por lo que ha podido conocer de Armenia, del Eje Cafetero, de Colombia. No es mucho, pero sí lo suficiente para quedar atónito con la belleza natural de la región, su fauna y su flora. Un territorio que lo arropa con la calidez de su gente.
“Cuando salió la oportunidad de inscribirse al voluntariado, no se había abierto la convocatoria de intercambio como tal en nuestra universidad, pero llegó la invitación para ser parte de los juegos y asistir al Congreso Internacional del Deporte que se realizó en la Universidad del Quindío”, recuerda. Así que se llenó de voluntad y atravesó fronteras para llegar a Armenia para apoyar la realización de los XXII Juegos Deportivos Nacionales y VI Juegos Paranacionales.
Todo esto fue posible a la sinergia entre las universidades, específicamente, de las carreras de educación física, recreación y deporte. Entre ese trabajo mancomunado a los estudiantes de licenciatura en Educación Deportiva, que fue la que estudió Ángelo Solís, les llegó la información a los estudiantes de que el Eje Cafetero iba a recibir los Juegos Nacionales y Paranacionales. Y fue un sí que marcó su vida, porque le abrió las puertas para conocer otra cultura, otro país y llenarse de conocimiento, de cómo se organizan unos juegos multideportivos.
“Este es un evento que no se hace como tal en México y me encanta como trabajan el Estado y los entes gubernamentales de la mano para organizar la que se termina convirtiendo en la fiesta más importante sobre deporte en el país”, señala encantado por lo que está viviendo en Armenia y por todo lo que hace como voluntario, quienes tienen una responsabilidad enorme de apoyar en las diferentes comisiones para que los juegos se lleven a cabo de la mejor manera.
“Son cosas muy sencillas de hacer, pero más allá de eso, se cultivan relaciones internacionales, en mi caso, que nos pueden servir para un futuro, para nuestras carreras. Además, se hace un intercambio cultural muy grande”, precisa con ilusión, resaltando que es una experiencia que “valió, completamente, la pena”.